sábado, 25 de septiembre de 2010

La hora de Messina


Lo peor que le podía pasar a la sección de baloncesto ha pasado. Y corregido y aumentado. La paliza contra el Barcelona en la Supercopa pone el segundo año de Messina sobre renglones muy torcidos. El arranque de temporada queda condicionado por lo ocurrido ayer, y quién sabe si algo más.

Decía en el post anterior que en la sección, a diferencia del fútbol, no tienen sentido las prisas. Vivimos hace años en un desierto demasiado duro como para querer alcanzar el triunfo en dos tardes. Ahora bien, lo que urge es montar un equipo competitivo, con una idea de juego clara, armado mentalmente y que no tenga todos sus partidos perdidos contra el eterno rival al nada de comenzar.

La humillación de ayer apunta directamente a Messina. Impoluto de prestigio hace un año, la situación empieza a ser apremiante para él. Con este perfil de plantilla, nadie con conocimientos le va a exigir grandes trofeos a corto plazo, pero sí la gestión de un proyecto que tiene que crecer día a día, anunciar grandes triunfos en un futuro no muy lejano y dotar al equipo de una forma de juego reconocible.

¿Por qué el Barcelona nos humilla tres de cada dos partidos en el último año? ¿Por qué eso no lo hace con el Caja Laboral, Unicaja, Valencia...? Solo nosotros, y repetidamente.

Por un sinfín de políticas desgraciadas en los últimos 20 años, este Madrid está desnaturalizado. No hay conexión con la historia gloriosa del club, no hay cantera, y sí mucho olvido institucional, mediático y social. Sobre la pista, solo Llull y Reyes podrían hacer mínimamente esa labor. El resto, o están de paso o acaban de llegar. Así que Messina también debe ser el líder moral de este equipo. Ahora todos los focos apuntan sobre él. Su pasado le avala, pero su presente le ahoga.

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