martes, 8 de mayo de 2012

La pereza y el trabajo me han impedido despedirme de Pep como se merece, pero rescato aquí un artículo genial que se puede leer en el blog Tradición 1902.

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Pep t'estimo
No está lloviendo, España está llorando. No es para menos. Pep nos deja. Digo bien. Nos deja a todos. Porque quien pierde no es el Barza (perdón, BarÇa). Pierde el fútbol. Perdemos los que amamos el fútbol. Ni una camiseta mencionando su nombre a la salida de los equipos ayer. Ni un minuto de silencio. Esperaba el pasillo en Vallecas (perdón, ValleKas). O que Bukaneros abandonase su grada en respeto a la gran pérdida en vez a su respetuosa cruzada contra sus directivos. Pero nada. ¡España, perra ingrata! Solo la meteorología y los periodistas son sensibles a lo que realmente ha sucedido. 
Karanka dice que la Liga existía antes de Pep. Existirá después. Pero no será lo mismo. Wenger, que le decepciona que abandone el barco. ¡Mentira! Pep se va en cuerpo, pero no en espíritu. Se va como quería, ganando. Nunca dejaría a su equipo tras levantar un título pero perdiendo el fútbol, eso es de cobardes. Para los anales de la historia nos deja un estilo, una forma de juego, un saber estar. Algo que solo el 2% de la población futbolística mundial es capaz de comprender. El 1'99% de esta gente habita en ese país pequeñito de ahí arriba. Deja para la memoria colectiva 4 años de perfección divina que derrumba los cimientos de los templos clásicos para construirse uno propio con sus ruinas. Siempre desde la humildaT. Corrección en las formas, con los pies metidos dentro del tiesto, ni una vez fuera. Ejemplar gestión de plantilla y recursos del club (perdón, del més que un club). Nos lega unos jugadores que ha sabido educar, en la victoria y en la derrota. El seny se eleva a una nueva dimensión.

Los hay tan pobres que se conforman con unos pedazos de metal en sus vitrinas. La central lechera, ya sabéis. Vosotros, madridistas, que sois tan simples como la meseta. Vuestra intransigencia e incultura propia de un país más grandecito que el pequeñito situado al sur del país pequeñito (en castellano queda raro, en cataloguardiolés se entiende mejor), os hace ser tan superfluos que veis un 1-2 y os sentís ganadores. Ese marcador indica mucho más. Muestra la injusticia de la existencia. El deambular del ser humano por senderos tenbrosos. Que el fútbol, como deporte, es caprichoso. Pero el fútbol, como escuela de vida que comenzó con la llegada de Guardiola al banco azulgrana, es algo maravilloso de paladear, degustar, dejarse llevar por el. Elresultado es algo etéreo. El opio de los seres iletrados, ese 98%. Tras el pitido final del sábado 21 de abril, esperaba un Cristiano tirado sobre el césped, llorando, golpeando el verde y gritando ¿por qué? ¿por qué ¿por qué? Un Casillas desconsolado. Xabi Alonso aturdido diciéndose, con la de libros que he leído, y no estoy en ese equipo. En contra partida un Nou Camp en pie aclamando a unos jugadores victoriosos, quitándose la camiseta, celebrando su triunfo entre aspersores sin que nadie mire al marcador. Pues solo un infiel haría caso a las matemáticas. ¿1 menor que 2? ¡Meseteño!

En el vestuario del Barza, perdón ¡BarÇa!, nadie se pregunta ¿por qué?, símbolo de la ignominia. Ellos saben el por qué de sus éxitos, con títulos o sin ellos. No esperéis que os lo explique. Soy un simple madridista. Si bien mi condición me impide comprender los conceptos básicos del guardiolismo, si me llega la bilis para escupir en el suelo cada vez que un portugués hereje es manteado al cielo valenciano tras ganar... ¡en la prórroga! Esa final no la quería el Guardiolismo. La prórroga es de rateros. Desde el momento que la injusticia de 2centímetros te impiden hacer comprender al mundo un concepto, te das cuenta que lo mejor es retirarse y dejar que ahoguen en su propia ineptitud. 

Vosotros, tristes madridistas, no sois conscientes ni se pretenderá que lo seáis. Se os da por pedidos para la causa. Simplemente deseo que alguien dentro del 2% rinda pleitesía con una calle con su nombre en Chueca

¡Gràcies, Pep!


Pudríos


viernes, 4 de mayo de 2012

Rebaña, Pipita, rebaña


Cuando acumulas años de socio y los partidos se cuentan ya por centenares, se hace cada vez más difícil que un encuentro se cuele en tu top ten de noches mágicas. Normalmente, este apartado suele estar copado por los títulos, especialmente europeos, y partidos inolvidables fuera de casa, por lo que tiene de triunfar en la trinchera enemiga. ¿Podría un Madrid-Español figurar en esa categoría? Que se lo pregunten a Higuaín, que rebañó un balón intrascendente en la línea lateral, a 40 metros de la puerta, y convirtió un gol de tozudos, de ilusos, de iluminados para una Liga que nunca caerá en el saco del montón.


Esa tarde de sábado primaveral de 2007 se creo una ley implacable en el Madrid de los últimos seis años: no hay Liga sin gol clave de Higuaín. Lo volvió a hacer en Pamplona (2007/08) y el otro día en Bilbao. ¿Será su última aportación? Ojalá que no.


El Pipita es necesario para el Madrid: por su identificación con el club, por su rendimiento, porque puede jugar con o por Benzema... Él siempre ha nadado contracorriente, muchas veces sin los favores del club ni de la prensa, y siempre ha terminado pidiendo la vez. ¿Por qué ahora él tiene dudas de seguir? Tal vez porque esté mal asesorado; tal vez porque por primera vez siente que su rival deportivo (Benzema), a su máximo nivel, le resulta inalcanzable; o tal vez porque está cansado de que el presidente sienta tan poco aprecio por él por la estúpida razón de que pertenece a la etapa de Calderón. El Madrid necesita que, en este caso, las piezas encajen, Higuaín se quede y luche como siempre por comerle el terreno a su competidor. Le quedan todavía por rebañar muchos goles. 

Contra la adversidad


"No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba". Con este tuit se despachó Arbeloa después del desafortundado empate contra el Valencia en casa y que dejaba la ventaja en solo cuatro puntos. Reconozco que esa noche, y hasta el partido siguiente en el Cabezón, la mente se me puso azuloscurocasinegra. Me faltó la convicción de los jugadores. Por suerte, ellos siempre creyeron, y ahí queda su obra: una actitud guerrera y espartana que ha sabido vencer contra todo y contra casi todos. Desde el final de la temporada pasada, siempre creí que esta tenía que ser la nuestra, que teníamos que salir victoriosos en el cómputo global del año respecto al barsa para que el necesario proyecto de Mou tuviera continuidad. Los proyectos solo se sostienen con resultados. 


El duelo entre ambos equipos es tan especial que solo podía ganar una competición quien lo hiciera en el enfrentamiento directo. Así fue la campaña pasada y así ha sido esta. Durante estos casi dos años, el estado de ánimo del madridismo han ido cambiando en función del choque inmediatamente anterior con los chicos de "la esquinita". Este curso, por ejemplo, hemos pasado por las buenas sensaciones de la Supercopa (dedito al margen), la frustración del partido de Liga, la depresión de la ida de Copa, la esperanza de la vuelta, hasta llegar a la explosión del 1-2 en el Campo Nuevo. Un triunfo grande y justo con un conjunto que ha roto todos los récords. 


La siguiente conclusión de fondo que me deja el año, con vistas al futuro, es una puramente futbolística, táctica: el equipo ha sido brillante y devastador en ataque, pero, cuando se ha echado atrás para defender una ventaja, lo ha terminado pagando (Villarreal, Bayern en los dos partidos, CSKA en la ida...). Contra el pronóstico de muchos iluminados, a este plantel de Mourinho se le da infinitamente mejor atacar que defender. Cuando el partido era decisivo y había una ventaja que defender, el técnico ha aplicado en esos casos lo que siempre le ha funcionado en su carrera: abrigarse bien para buscar las contras, arma mortal en este Madrid. No se puede decir que no tuviera lógica, pero el resultado ha sido casi siempre negativo. Una lectura sobre la que tendrá que trabajar el entrenador: o cubrirse mejor o seguir buscando el intercambio de golpes.


Por lo demás, a nadie se nos olvida la infausta tanda de penaltis contra los alemanes. Pero más allá del disgusto evidente y de la certeza de que hubo opciones de llegar más lejos en Europa, lo importante es que sigamos siendo igual de competitivos como ahora, que sigamos percutiendo y que mantengamos el mismo hambre. Así, y solo así, llegará la nuestra. 


En suma, buen año, necesario e inaplazable. Quizás el inicio de un reinado duradero, quizás... Lo veremos... Ahora hay que reforzar el equipo para hacerlo más profundo y con más variantes de hecho. Los fichajes del verano pasado han sido casi testimoniales.