Yo insisto en que el ruido debe bajar. Soy claramente de Mou, creo que el equipo ha dado un salto competitivo con él grande, pero empiezo a temer que su dimensión social y mediática se coma a la deportiva y, con esto, al equipo. Me gusta su espíritu castrense, su obsesión por cerrar el vestuario a los medios, pero me disgustan sus purgas indisimuladas.
No me gustan y creo, además, que son poco inteligentes. Y esta es otra de las claves de lo que le está ocurriendo al Madrid. Nos encontramos ante un gran desafío deportivo y, sin embargo, no estamos siendo inteligentes para afrontarlo. A Mou le gusta el ruido, con el ruido siempre le ha ido bien allá donde ha entrenado, pero se tendría que dar cuenta de que aquí empieza a ser contraproducente. La sospecha de que funciona como un acicate para los polacos es ya casi una certeza.
Cuando hablo de falta de inteligencia me refiero también a cuando Ronaldo hace las declaraciones de "soy guapo y rico", Di María hace teatro y Kung Fu, el club no toma medidas para frenar impulsos psicóticos de Pepe... No me cansaré de repetirlo: paz y victorias. De lo contrario, el ruido nos va a devorar.
Con los dos empates del Barsa, podíamos estar ahora en una situación envidiable, agrandando la bola de un posible cambio de ciclo a la vista; sin embargo, miramos extrañados a un equipo que, por momentos, no reconocemos sobre el campo y escuchamos preocupados (y también con cautela) los comentarios de división. Es septiembre y ya estamos en un momento clave del año.
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